Sé que puede resultar extraño, querer recordar lo pasado, pero la fortaleza de mi amparo en quien confio, hace débil las sombras de mi tristeza; sin nadie esperarlo, fué una despedida sin adiós, hacia donde no parte ningún tren, y sin decir nada se fue marchando lentamente.
Mis manos se quedaron sin el roce de su fina piel y ese lugar donde me escondía de la furia... quedó sin la mirada de su tierna mirada.
Pero en la otra vida, esa que tu te has ganado y que Dios me ha concedido en un mundo diferente nos volveremos a encontrar para renacer eternamente.
Pintaré de temblor nuevamente mi lugar, esperaré la próxima lluvia y labraré una vez más el camino de una nueva vida ajena de sensaciones,
apretando en mis manos fuertemente, las ilusiones que regresarán despertando todas mis inquietudes.
No importa el tiempo, ni el sudor, ni el dolor ...
Él me enseñó a seguir y yo... yo ya estoy caminando.
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