En un abrir y cerrar de ojos, Inapreciablemente de repente todo cambia, la oscuridad y la tristeza se presentan sin avisar y a la hora que nadie espera.....Cristo es la respuesta, la única luz verdadera que alumbra sobre este mundo vacío y de Maldad.

jueves, 12 de abril de 2012

El punto de partida " por Ray C. Stedman"

Dios por medio de los profetas del antiguo testamento, unos 500 años antes de que Jesús viniera al mundo, ya estaban anticipando lo que iba a suceder con la llegada del mesias a este mundo hace ahora algo más de dos mil años.
"He aquí envío (Dios) mi mensajero delante de ti, quien preparará tu camino (el del Mesías), preparad el camino del Señor..." Entonces aparecen las palabras de Isaías "...voz del que clama en el desierto, enderezad sus sendas..." se referían indudablemente a Juan el Bautista predicando en el desierto y, de acuerdo con eso, el apostol Marcos dice: "así Juan el bautista apareció en el desierto predicando el arrepentimiento para perdón de pecados."
¿Por qué iba Dios a anticipar con tal fuerza esta verdad?
Dios sabía que era preciso dar un paso de preparación en los corazones de los hombres antes de que Dios y el hombre pudiesen reunirse. Dios no se limita sencillamente a hacer acto de presencia ante los hombres sin más.... porque con eso lo único que conseguiría sería darles un susto de muerte. Por lo tanto era necesaria cierta preparación, y así Juan el Bautista advirtió del que había de venir, para preparar el camino para él, por medio del arrepentimiento.
¿Por qué estaba predeterminado que Juan había de comenzar su ministerio en el desierto, como profetizó Isaias?
Seguramente si esto se tratase de una campaña de marketin a nadie se le habría ocurrido empezar en semejante sitio como el desierto. No hay duda de que no es precisamente el sitio más indicado para empezar un ministerio con el cual se pudiese esperar alcanzar a toda la población, pero no hay nada que se le escape a Dios, Él sabía el porqué debía ser así.....por lo que Juan comenzó su ministerio en el desierto, el peor sitio que se podría haber escogido. ¡Pero funcionó!
Dios escoge el desierto para que fuese simbolo para nosotros: Es simbólico de donde había de caer el mensaje, en el desierto lugar que refleja a la perfección a la humanidad. El desierto es una imagen de nosotros mismos, de las vidas secas del ser humano, vacías, áridas, cansadas, aburridas y confusas, aunque aún hay personas que piensan que sus vidas son plenas y que no necesitan a nada ni a nadie porque sienten que controlan sus vidas.... hasta que les llega o ven de cerca el sufrimiento o la muerte claro ( ahí ya se empiezan a dar cuenta de la fragilidad y vulnerabilidad de nuestro destino, solo hay que ser realistas y sinceros para ver el desierto en las vidas de los seres humanos y Leyendo varios de los miles de artículos de gente que se supone " lo tienen todo " te das cuenta de esto....
El otro día leia acerca de la separación del matrimonio formado por Richard Burton y Elisabeth Taylor, que durante tanto tiempo habían sido considerados como la pareja ideal, el periodista que entrevistó a la pareja escribe lo que realmente estaba sucediendo... ¿Sabe usted lo que produjo la ruptura del matrimonio? El puro y sencillo aburrimiento. Estaban aburridos, aburridos el uno del otro, estaban aburridos de sus vidas, de tener todo lo que querían, pero de no querer lo que tenían, ambos eran personas que calificaban de muy inteligentes y que ganaban mucho dinero y tenían todo lo que deseaban, un día se sentó a la mesa de la cocina se cubrió la cara con las manos y le dijo a su esposa: "¡Dios mío! ¡Qué aburrido estoy!, todo lo que tengo y todo lo que hago me aburre " poco tiempo después de la entevista se quitó la vida. Otro articulo que lei hace poco es sobre una entrevista al archiconocido, deseado y reconocido Geoge Clooney, de 50 años, que asegura en una entrevista que nada le hace feliz, y sufre un grave insomnio que le hace despertarse todas las noches hasta cinco veces, sin razón aparente. Clooney reconoce que se siente muy solo.
Eso es el desierto y ahí es donde vive la gente. Y ese fue el motivo por el cual Juan apareció precisamente en el desierto porque es el símbolo que tiene Dios para nosotros de la esperanza que brotará, incluso en medio del desierto de nuestra experiencia.
Entonces Juan anunció algo de vital importancia: el arrepentimiento es la manera que tiene el hombre de venir a Dios y que el resultado es el perdón de los pecados y la vida eterna . La mayor bendición que puede recibir una persona es que le sean perdonados sus pecados, através de Jesús. Eso era precisamente lo que estaban buscando aquellas personas y eso fue lo que encontraron al salir de Jerusalén con el fin de escuchar a Juan. Hallaron el perdón de sus pecados y eso lo consiguieron mediante el arrepentimiento.
Es preciso entender lo que es el arrepentimiento. Es siempre algo que produce dos movimientos. De algún modo nos hemos criado con la idea de que solo debemos perdonar a las personas cuando vienen a pedirnos perdón. Si puede usted conseguir que la persona que le haya hecho algún daño le pida perdón, entonces la perdona, pero eso ¡es una terrible equivocación! Se producirían muy pocos actos de reconciliación sobre esa base.
No, el perdón es algo que se debe producir antes de que la persona venga a nosotros.
El perdón comienza en el corazón de la persona ofendida, encontrando una base sobre la cual, por algún motivo que es válido para esa persona, está dispuesta a olvidar el agravio, a absorberlo y olvidarlo. Porque eso es lo que significa el perdón, olvidarlo, no mantenerlo sobre la cabeza de la persona que ha cometido la ofensa, recordándoselo cada dos por tres, sino olvidando, tratando a la persona como si nunca hubiera pasado.
La base sobre la cual Dios hace eso es la cruz de Jesucristo. Le permite la libertad de hacerlo porque protege y conserva su justicia, pero la base sobre la que se nos exhorta que perdonemos es que nosotros ya hemos sido perdonados. Ese es el motivo por el que Jesús contó la historia de un hombre al que le había sido perdonada una enorme deuda, pero que agarró por el cuello a otgro hombre que le debía diez dólares y le dijo: "¡Págame lo que me debes!" Jesús dice que así somos nosotros cuando no perdonamos a los que nos ofenden. A todo el que acude a Dios se le perdona una gran deuda y sobre esa misma base debemos de perdonar a otros. Ahí es donde empieza, en un cambio de actitud en el corazón de la persona a la que le han ofendido.
Pero nunca puede tener éxito o ser completo hasta que no se produzca un cambio de actitud en el corazón del que ofende. Es decir, debe ser aceptado por aquel que ha ofendido. Es preciso que reconozca que cometió una ofensa y que reconozca su culpabilidad. Eso es lo que se llama "arrepentimiento". Es preciso cambiar de opinión, dejar de justificarse, admitir que hizo daño y entonces se está en condiciones de recibir el perdón, y se puede aplicar dicho perdón. El problema reside en que el hombre es incapaz de disfrutar del perdón que le ha sido concedido y disfrutar de todo lo que Dios nos brinda, porque no está dispuesto a reconocer que haya hecho nada malo, "el ser humano se cree buena persona o buena gente", no reconoce nacemos con la mancha de la maldad desde que Adán y Eva decidieron Ignorar a Dios en el Jardín del Eden. Por eso es por lo que Juan predicó el arrepentimiento, porque es el lugar en el que Dios se encuentra con el hombre.
Por eso es por lo que el profeta Isaías dijo que el mensaje de Juan sería como un gran tractor, construyendo un camino en el desierto para que Dios pudiese llegar al extraño aislado en medio del desierto. Sin que haya una carretera no es posible adentrarse en el desierto con el propósito de ayudar a alguien. Es preciso disponer de una carretera, de una autopista en el desierto. Juan era precisamente el tractor de Dios, que habría de construir esa carretera. Ya sabe usted cómo se construyen las carreteras, exactamente como se describe en el capítulo 40 de Isaías. "¡Todo valle será rellenado y todo monte y colina rebajados! ¡Lo torcido será convertido en llanura y lo escabroso en amplio valle!" Eso es lo que consigue el arrepentimiento. Hace que se conviertan en llanuras todos los altos picos del orgullo sobre los que nos encontramos, negándonos a reconocer que estamos equivocados. Se introduce en aquellos aspectos de nuestra vida, en los que nos criticamos, nos torturamos y nos castigamos a nosotros mismos y los eleva. Se apodera de lo que está torcido, de las mentiras y el engaño y endereza la situación. Hace que todo lo que es duro se vuelva fácil. ¡Dios se encuentra ahí, en ese momento de arrepentimiento! Es una preciosa imagen, ¿no es cierto? y con ella Juan enlaza la personalidad de Juan:
"Juan estaba vestido de pelo de camello y con un cinto de cuero a la cintura y comía langostas y miel silvestre."
¿Por qué introduciría Marcos todos estos detalles? Aquí tenemos al fornido profeta Juan. No es precisamente la imagen de un modelo con sus ropas de pelo de camello, sus sandalias de cuero y su cinto de cuero alrededor de su cintura, bastante parecido a como vestía Elías. Y su régimen era de lo más sencillo: langostas y otras cosas y él dijo: "No, Señor, no son ellos, solo soy yo. Son (saltamontes) y miel silvestre, es importante o de lo contrario no estarían aquí. Una vez más es algo simbólico, pero ¿qué simbolizan? La verdad es que no es posible ataviarse con prendas más fundamentales ni alimentarse de un modo más básico de lo que lo hizo Juan. En otras palabras, es representativo de su ministerio, uno de principios sencillos. No es el fin, es el principio. El principio del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios es el arrepentimiento por parte del hombre. Ese es el lugar desde el que comenzar y hasta la ropa y el régimen alimenticio de Juan lo dicen claramente.
Por cierto, su régimen era equilibrado. Aquellos de ustedes que siguen las dietas de moda reconocerán de inmediato que los saltamontes son proteína y que la miel son carbohidratos. Por lo tanto, el régimen alimenticio de Juan estaba perfectamente equilibrado, del mismo modo que su ministerio era elemental, rudimentario, comenzando justo al principio, nada complicado, sencillamente carnes y patatas. Es más, el mismo Juan dijo que estaba incompleto:
"Y predicaba diciendo: viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar, agachado, la correa de su calzado. Yo os he bautizado en agua, pero él os bautizará en el Espíritu Santo."
Juan es muy sincero al decir "no esperéis de mi que os dé respuestas, aparte de lo que ya os he dicho acerca del arrepentimiento. Lo que no sea eso, os lo tendrá que decir Otro, que viene tras de mi. El es mucho más importante que yo, de modo que ni siquiera soy digno de desatar sus zapatos. [¡Y se estaba refiriendo a su propio primo!). La señal de su grandeza es que yo os puedo llevar al punto de la limpieza exterior, pero El puede hacer mucho más que eso." En otras palabras, Juan podía llevar a las personas a Dios, pero no podía llevarlas más allá para que permaneciesen junto a El, para eso era preciso la vida del Espíritu Santo. Cuando Jesús viniese, les bautizaría con el Espíritu Santo a fin de que pudiesen vivir sobre la base que ya habían comenzado. Una gran parte de la predicación cristiana de nuestros días sigue el mismo orden que el ministerio de Juan, diseñado tan solo para traer a las personas a Dios y nada más. No les enseña cómo vivir más allá de eso, por lo que las personas no pueden seguir adelante. No conocen nada acerca del poder de la vida de Jesús que está a su alcance gracias al Espíritu Santo. Todo eso habría de suceder después de Juan.
Juan llevaba a las personas a Cristo por el único camino que podía ir el hombre, por el del reconocimiento de su culpabilidad. Cuando las personas vienen de este modo, Dios se encuentra con ellas, las limpia y las perdona. Juan lo demostró por medio de su manera de bautizar, pero existe un bautismo superior, el del Espíritu Santo. Y en el día de Pentecostés, cuando descendió el Espíritu de Dios, nos encontramos a Pedro en pie ofreciendo dos cosas a las personas: el perdón de los pecados y la promesa del Espíritu. A partir de ese momento, eso es lo que Dios ha puesto a disposición de cualquier hombre o mujer que esté dispuesta a empezar al principio, el lugar del arrepentimiento.
¿Se ha arrepentido usted alguna vez? ¿Ha cambiado alguna vez su modo de pensar, ha dejado de defenderse a sí mismo y de echarle la culpa de todo a los demás y ha dicho: "no, Señor, no son ellos, soy yo. Así es como soy y necesito ayuda"?
Ese es el lugar en el que Dios se encontrará con usted. Siempre se encuentra con el hombre en ese punto, limpiándole de su culpa, liberándole y perdonándole. Ahí es donde encontrará usted el perdón de sus pecados. Si nunca se ha arrepentido, le animo a que lo haga ahora. Dios se encontrará con usted en ese punto. En el silencio de su corazón, donde solo Dios puede oírle, puede usted decirle: "Señor, me arrepiento, quiero conocerte y desde hoy quiero que tú me muestres que debo hacer.. y El lo hará.
Buscad y hallareis, llamad y se os abrirá, esa es su promesa para todo el que quiera concocer a Dios.

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