EL TESTIMONIO QUE HE LEIDO HOY, EN MI BAUTISMO:
Hoy es un gran día para mi, ya que desde que conocí a Dios hace muchos años, mi deseo ha sido este, el de dar el paso más importante en mi vida, el querer servir a Cristo. Para los que no me conozcan, mi nombre es José Antonio. Soy el hijo de Nati, y como he dicho antes, hace muchos años que tuve la fortuna de conocer a Cristo gracias a que mi madre profesa la fe cristiana basada en la Biblia, la Palabra de Dios.
Desde pequeño, mi madre me dio la oportunidad de conocer a Aquél que transformó su propia vida, ya que desde que empecé a tener uso de razón, ella me explicaba que existe un Dios, el cual es el Creador de todo lo que nos rodea, y que también nos creó a nosotros; Y la verdad, es que la existencia de un Ser Superior daba respuesta a todas las preguntas que merodeaban mi cabeza, yo tendría unos 10 u 11 añitos, A esa edad, y en plena pubertad, uno se hace las típicas preguntas: ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos, cómo se hizo todo esto, qué fue antes; el huevo o la gallina?
Las personas que no cree en Dios de la Biblia explican que el mundo que nos rodea, o es producto de una serie de explosiones galácticas sin intervención de ningún ser superior, o es fruto de la casualidad, o quizás de la evolución a través de los años; aunque para mí, estas conclusiones no tenían ni pies ni cabeza, en cambio cuando mi madre me hablaba acerca de Dios y de cómo se formó todo lo que vemos, lo hacía con una seguridad y firmeza que ni la profesora de ciencias ni ninguna otra persona me podía aportar, ya que cualquier teoría que excluyese la intervención divina eran solo hipótesis, habladurías o suposiciones, llenas de lagunas y vacíos sin respuesta. Y mi madre no sólo me afirmaba, sino que también me demostraba a través de su vida la seguridad que Dios le proporcionaba, y yo, esta característica la pude observar y comprobar en todas las personas que pude conocer en aquella pequeña iglesia originaria de esta otra en la calle San José, donde se reunían un pequeño grupo de personas que profesaban y tenían una gran fe en ese Dios de la Biblia llamado Jesús de Nazaret, y digo una gran fe por la autenticidad que reflejaban sus vidas respecto a las enseñanzas Bíblicas.
Allí, en aquella pequeña iglesia no se hacia otra cosa que no fuera leer la Biblia, orar, y cantar alabanzas a ese Dios. No era una iglesia común, y digo común porque recuerdo las primeras veces que cuando mis amigos me preguntaban que de donde venía, y yo les respondía:
“de la iglesia con mi madre.”
Ellos me contestaban:
“¿De la iglesia? ¿Que vienes de un bautizo o una comunión?”
A lo que yo les respondía un poco avergonzado por el qué pensarían de mí.
“….nooo, es una iglesia evangélica, es a la que mi madre asiste.”
Ellos me decían:
“¡Uy, uy, uy! Ten cuidado Lote, Eso es una secta. Tu madre, ¿que es una de esas testigos de Jehová? ¿O una de esas mormonas que vienen a las casas dando la tabarra?
Y yo les decía: “¡Noooo, no tiene nada que ver…! Mi madre sabe muy bien que ese tipo de grupos son sectas, porque ellos no hacen conforme a lo que Dios dice en su Palabra.”
Y me decían riéndose: “¿Eh? ¿Lo que Dios dice? Pero, tú, ¿qué eres; creyente? Asú, asú, a ti ya te han comio el coco...”
Y seguían preguntándome: “Pero entonces ¿tú no eres católico?”
Porque por aquellos entonces recuerdo que el ser católico era algo más común y menos sorprendente para la sociedad, debido al pasado tan arraigado a la religión católica que tiene nuestro país….
Como os he dicho, para mí, tenía más sentido el hecho de que ahí arriba existiera un Dios creador que cualquier otra hipótesis llena de lagunas, porque, verdaderamente, al poco tiempo de conocer la Biblia, todo concordaba y daba respuestas a todas esas inquietudes y preguntas que yo mismo me hacía...así que recuerdo como un buen día en una de las predicaciones del pastor de aquella pequeña Iglesia de la calle San José, Benjamin Martínez, al que debo agradecerle su presencia hoy, de verdad que muchas gracias de todo corazón por aceptar mi invitación; Benjamín. Pues bien, este hombre de Dios, por aquellos entonces, hace más de 20 años, leyó un pasaje de la Biblia que explica como nacer de nuevo, en el libro de Juan Capítulo 3 y dice así:
Jesús dijo:
De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
3:4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
3:5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
3:6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
3:7 No te maravilles pues de que te dije:
Os es necesario nacer de nuevo.
Recuerdo que más tarde al llegar a casa, corrí a mi habitación e hice todo lo que yo creía que debía hacer para nacer de nuevo, pedí a Dios que me mostrara la verdad, yo tenía fe en que Él existía, así que, sólo me quedaba nacer de nuevo para poder comprobar en mi vida, todo lo que la Biblia asegura para todas las personas que son nacidas de nuevo… pero… la verdad es que, en aquella tarde no sucedió nada extraño…ni extraordinario, quizás yo esperaba otra cosa, no sé si alguna señal que me hiciera ver las cosas de otra manera, el renacimiento de una fuerza interior o quizás algún tipo de emoción paranormal… En fin, así, y poco a poco empecé a no echar mucha cuenta de Dios y a salir con los amigos del barrio, a querer conocer a chicas, en fin lo típico… Y fue por aquel entonces cuando empecé a fijarme en la que, gracias a Dios, hoy es mi mujer Raquel.
Éramos casi vecinos … al poco tiempo de conocernos nos hicimos novietes y estuvimos un años más o menos saliendo, y luego lo dejamos por cosa de críos, ella tenia 11 y yo 13, creo recordar… y yo ya empecé a no ir a la iglesia con mi madre, y cuando ella me decía; ¿Te vienes o te quedas? Mi elección fue la de preferir lo que el mundo me daba, diversión con los amigos, risas, juegos, coqueteos con las chicas etc.… Pero aunque me aparté de la iglesia, yo siempre tuve claro una cosa: que Dios existía, pero claro, era un Dios de barro que yo mismo labré para mi propia conveniencia, y digo esto, porque sabía que existía, pero sólo acudía a Él cuando me sentía mal o quería alguna cosa, o sea, un dios esclavo de nosotros, desgraciadamente este es un hecho muy común entre las personas que no le conocen realmente, como dice un refrán:
“Mucho te quiero perrito pero pan poquito.” Y claro, yo sabía que lo que estaba haciendo no concordaba con lo que Dios me pedía, y esto a veces, me provocaba una profunda aflicción en el alma, porque en realidad yo quería servir a Cristo, y no al mundo. Además había unos versículos que se me venían una y otra vez a la cabeza cuando me sentía mal, y que dicen así:
Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente!
Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.….
Me sentía mal conmigo mismo porque si alguien era tibio ese era yo, decía ser creyente pero no vivía como un verdadero creyente debe vivir, la verdadera fe mana por sí sola y reluce como el color blanco lo hace sobre un fondo negro.
Mi alma quería hacer una cosa y mi cuerpo otra, así que para evadirme de toda la angustia y el vacío que esta lucha interna me provocaba, Como ya era uno más de entre la multitud apartada de Dios y que ignora su voluntad, pues como uno más empecé a participar en las botellonas con mis amigos, donde nos reíamos mucho, Comencé a salir por las noches, luego llegaron los coqueteos con las drogas en fin, lo que hay en el mundo hoy en día. Así que pronto me convertí en lo que Satanás quiere para cada uno de nosotros. Vivir mundanamente para que seamos arrastrados por las corrientes de esta sociedad que Satanás mismo ha confeccionado a la perfección, para que no le demos importancia a lo que realmente es la Verdad de la vida. Así que, como el resto de los mortales, iba, salía, entraba, me divertía a lo largo y ancho, sin que mis padres se dieran cuenta de lo que hacía, ni con quien andaba, etc. Y con solo 16 añitos ya era un fumador empedernido de marihuana y lo que comenzó como una diversión terminó siendo una terrible adicción, En fin, esto creo, que por desgracia es lo que ocurre en la mayoría de los hogares del mundo en estos momentos, sin que los padres puedan hacer algo por ello. Menos mal que ahí estaba siempre mi madre para recordarme que la forma de vida que llevaba no concordaba con lo que Dios quería para mí, ¡ni para nadie, claro! Pero yo ya estaba afanado con las cosas del mundo y, egoístamente, seguí mi propio camino y no hice mucho caso de lo que ella me aconsejaba y lo que Dios mismo me demandaba, porque mi naturaleza pecaminosa me arrastraba hacia el pecado (hacia la mundanalidad), y el único arma de la cual disponemos los seres humanos para vencer esa lacra, es teniendo a Jesús en el corazón, y por aquel entonces yo creía que le conocía, pero no le había aceptado realmente, mi corazón lo ocupaba el amo del mundo.
Dentro de mí ocurría algo muy especial, era como una especie de conflicto interior que tenía entre un perro blanco que quería salir y no podía, y un perro negro que trataba de impedírselo y además lo conseguía; era una lucha que yo mismo podía palpar. En muchas ocasiones ese perro blanco lograba salir a través de mis palabras, hablándoles a todos mis amigos acerca de cuáles eran mis creencias y el sentido de la vida que yo tenía; ya que todos sabían de mi fe en Dios y en su Palabra, y cada vez que tenía la oportunidad de hablarles de Dios, lo hacía.
Les decía que JESÚS estuvo aquí en el mundo, y que predicó acerca del reino de los cielos y sobre la verdad de la vida, y que al tercer día de su muerte resucitó de entre los muertos, prometiendo que un día, en su segunda venida regresaría para salvación de unos y condenación de otros.
A ellos les encantaba escucharme, porque en verdad veían que yo esto lo decía muy en serio y convencido, y es que en realidad lo he creído desde que tenía uso de razón, pero al final, siempre se reían y decían que estaba loco y que si esa era mi forma de pensar, cómo es que yo estaba allí con ellos, compartiendo todas las cosas mundanas y contradiciendo lo que Dios me decía. Y la verdad es que tenían toda la razón. Mi forma de actuar era totalmente contraria a mi manera de pensar, mi camino era otro completamente distinto.
Lo cierto era que Satanás, a través de sus cadenas terrenales (los lazos que tanto nos unen al mundo), me tenía atado de pies y manos, al igual que al resto de personas, y a pesar de que afortunadamente era consciente de todo ello, yo seguía por los caminos por los cuales Dios nos advierten de que llevan a la condenación, y seguía viviendo la vida como Satanás quiere que la vivamos, separados de Dios, para que no nos demos cuenta de lo que en realidad pasa a nuestro alrededor.
Bueno; pasaron unos años y Dios quiso que me topase otra vez con aquella niña, que ya no era tan niña y que se llamaba Raquel, mi primera novia.
Ya la relación no era cosa de críos, y pronto comprendimos que en verdad después de haber estado deambulando unos años cada uno por su lado, estábamos hecho el uno para el otro. Empezamos a salir de nuevo en el año 96 y en 2003 comenzamos a labrar nuestros futuros juntos.
Ella, también sabía, ¡cómo no!, de mis inquietudes acerca de Dios, aunque no las compartía, cosa que me extrañaba muchísimo, puesto que ella defendía que también creía, pero de otra manera, que todos los años iba al Roció con sus padres, que salía de nazarena, que le gustaba mucho la semana santa y que se identificaban con la religión católica, pero que eso de que Dios era el creador del mundo, y que Cristo murió en la cruz, y resucitó de entre los muertos para conceder la vida eterna a los que crean en Él, como que le sonaba un poco a cuento chino, y yo le decía;
“Pero bueno, si eres católica se supone que debes creer lo que Dios dice su Palabra, ¿cómo es que no crees en lo que Jesús predicó y prometió?”
Y ella no sabía muy bien cómo responderme. Al final, siempre acabábamos discutiendo por ello. Nuestros amigos pueden dar testimonio de muchas de nuestras discusiones, ya que siempre se reían de todo esto.
Prosigamos. Llegado el año 2004 decimos concedernos un año para casarnos y unir nuestras vidas. La ceremonia tuvo lugar el día 15 de octubre de 2005 en el Ayuntamiento de aquí, de Alcalá. Tuvimos un día espléndido, y la boda fue inmejorable, transcurrió todo muy bien, gracias a Dios (y no a los huevos que le llevó mi mujer a santa Clara). Fue una boda preciosa de la cual nos sentimos afortunados; Hoy llevamos 6 años casados. En estos 6 años hemos vivido momentos muy felices pero también muy amargos, como todas las parejas, y hasta hace muy poco ese maldito perro negro del que antes os he hablado, había logrado su victoria con un largo mandato durante todos estos años, en los cuales el perro blanco se había hecho cada vez más débil, y casi estaba ya moribundo, porque apenas me acordaba de que Dios existía. Mi vida se encontraba completamente absorbida por la sociedad, mi trabajo, mi casa, mi mujer, etc... pero dentro de mi seguía existiendo un vacío enorme del cual trataba de liberarme refugiándome en mi terrible adicción a la marihuana, cada vez era más dependiente de ella, me levantaba con el pitillo y me acostaba con él, de entre todas mis amistades tenía la triste medalla de ser el que más fumaba, recuerdo que un día cualquiera podía fumarme unos 10 o 15 pitillos y lo hacía por eso, por evadirme de toda esa angustia que me provocaba ese perro negro.
Hasta que a principio del año 2006, al poco tiempo de casarme, empecé a leer una Biblia que mi madre nos había regalado por nuestra boda. Fue algo insólito, porque poco a poco y cada vez que la leía, parecía como si estuviera alimentando al pobre perro blanco que yacía moribundo y derrotado, entonces ocurrió algo increíble. Definitivamente Dios llamó a mi puerta y tocó mi corazón a través de su palabra.
Después de un largo tiempo viviendo a mi manera, me dio un tirón de orejas, como el padre que reprende a su hijo cuando éste hace algo que contradice a su voluntad. Pues eso me ha pasado a mí: Dios, a través de su Palabra, me hizo comprender un mensaje muy importante, me abrió los ojos y pude comprender que la vida que llevaba hasta entonces era un engaño para mí mismo, había tratado de justificar mi actitud egoísta de mil formas para no aceptar en realidad a Jesús en mi corazón. Me hizo ver que Yo era más pecador que nadie, puesto que aún sabiendo la Verdad que mucha gente no logra poder comprender y que yo había comprendido desde niño, casi sin darme cuenta había estado rechazando la salvación que Dios me estaba ofreciendo durante todos estos años, ya que el perro negro era dueño y señor de mi vida y yo no era ni frío ni caliente. Creía, pero a mi manera. Y por fin, el perro blanco pareció vencer al maldito perro negro. Gracias al poder de Dios pude dejar de fumar y comencé a tener una relación con Dios muy personal, es entonces cuando Dios puso en mi mente que debía escribir todo lo que me había pasado para darlo a conocer a todas las personas que me rodeaban, quería expresar lo que Dios había hecho conmigo para que todas las personas que me rodeaban pudieran comprender la grandeza de Dios; Así que escribí aquel librito que muchos de vosotros pudisteis leer " EL PERRO NEGRO Y EL PERRO BLANCO”.
Pero pasado otro año más, poco a poco, veía que volvía a caer, No conseguía ser esa persona espiritual que aborrece al mundo tal y como nos enseña la Biblia ¿Cómo era esto posible? Entonces me preguntaba :“Pero Dios mío, mírame otra vez, no quiero volver a ser la persona que antes era ", porque otra vez comencé a dejar de lado a Dios, empecé a fumar pero ahora lo hacía a escondidas de todo el mundo, no quería que nadie me viera, yo le exclama a Dios diciendo: Tú me has dado la satisfacción más grande que he conocido y que las cosas del mundo no me podían dar, tu me has enseñado a querer dejar las cosas que a Ti no te agradan, porque caigo ahora otra vez, Y poco a poco, otra vez me estaba dejando llevar y apartándome de la relación que tenía con Dios y ese vacío volvía a invadir mi corazón.
Entonces pasó algo terrible que marcó mi vida. Rebeca, nuestra primera Ilusión, la niña que esperábamos, murió pocas horas antes de nacer… Fue un palo muy duro tanto para mí como para mi esposa, pero todo aquello tenía un significado muy claro para mí, estaba seguro de que si Dios lo había permitido era para darme un claro mensaje de que algo no estaba funcionando y que el tiempo se me estaba agotando. Dios tuvo que dar un puñetazo en la mesa porque el testimonio que yo estaba dando seguía siendo un testimonio falso, porque si bien es cierto que había nacido de nuevo, aún estaba alejado de Dios. En realidad ignoraba, que era un bebe con respecto a la verdadera fe y que al igual que un bebe necesita de la leche para crecer correctamente, asimismo yo debía aprender más sobre lo que Dios llevaba años demandándome para con mi vida. Yo creía que por mis propios medios podía caminar solo, ya que aunque si que es cierto que Dios me quito la venda que todos tenemos puesta en los ojos, yo seguía sin querer tener relación con la iglesia, Y aún así, Después de aquél golpe en la mesa que Dios me dio todavía tuvo que pasar dos años más para que pudiese comprender y reaccionar en mi vida.
Así que hará como un año más o menos que volví a reunirme en la iglesia, para dar gracias a Dios y tener una verdadera comunión tal y como nos enseña Dios a través de sus escrituras, y esa es la verdadera iglesia.
“Porque donde hay dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” dice el Señor, y yo caminaba solo, creía que podía luchar solo contra el perro negro. Así que Dios me señaló directamente lo que debía hacer, humillarme realmente y ponerme a sus pies, y tener una verdadera vida cristiana que refleje lo que Dios ha hecho en mi vida. Así que hoy, y gracias a Él, mediante este paso que voy a dar a través del bautismo expreso mi obediencia y amor hacia Dios y su Palabra. Y es que el hombre desgraciadamente sólo aprende a base de palos. Dios me ha enseñado que debemos ser temeroso de Él y de su ley, y es que el principio de la sabiduría es el temor a Jehová, por ultimo y con esto me despido ya, quiero animaros a que busquéis la verdad, la verdad no está en ninguna religión sino en la palabra de Dios, la verdad os hará libres de la esclavitud en la cual ahora sin daros cuenta estáis siendo sometidos por el amo de este mundo, espero que este testimonio no caiga en saco roto y sigáis ignorando a Dios porque Él, es la única fuente de vida que calma la sed, así que os invito a que escuchéis más de su palabra, pedid que os muestre el camino y él obrará en vosotros también, porque yo no soy más que ustedes, no soy ni mejor ni mas especial, solamente me humille ante Cristo y el vio la humildad con la que acudí a Él, ese es el secreto, así que si queréis conocer y comprobar a Dios en vuestras vidas arrepentíos de todo corazón y aceptarle como vuestro Dios y salvador Hoy, aún es tiempo de salvación, no dejéis para mañana algo tan importante como es vuestro destino, porque llegada la hora habrá dos veredictos y nosotros aquí y en esta vida debemos de escoger entre el camino que lleva a la salvación o el que desemboca en la condenación eterna, y no porque yo os lo diga sino porque Dios lo advierte en su palabra, que Dios derrame sabiduría y bendición sobre cada uno de vosotros para que lleguéis al conocimiento de la verdadGracias a todos por venir de todo corazón.
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