En este mundo en el que impera la teoría que asevera de que todo es relativo según se mire, no es facil asimilar, o no estamos acostumbrados a lo tajante.
De hecho, generalmente la mayoría de las personas huyen despavoridas prácticamente cada vez que se nos pone delante una situación de blanco o negro.
Decantarnos o que otros se decidan por algo, hasta nos parece en muchos momentos que hacerlo es una forma de totalitarismo... Pero la verdad, es que nosotros mismos somos totalitarios. Nos encanta decidir sobre nuestra vida decidiendo en términos absolutos, y que nadie nos diga que tenemos que hacer, teniendo siempre la primera palabra y, desde luego, la última, el no reconocer esto es de ciegos....
La tolerancia, ese gran valor que hoy llevamos por bandera, y al que la sociedad defiende una y otra vez el derecho que todos tenemos a opinar y a opinar lo que queramos y cuando queramos, a querer tener siempre la última palabra sobre cualquier cosa, porque a la luz del hombre, lo más importante es justamente esto, el hombre libre pensador, que piensa que él tiene su propia razón o justicia, nos hemos aferrado con fuerza a esa idea de que como cada cual es libre de pensar y opinar sin ningún tipo de ataduras, tener la última palabra se ha constituido también en un derecho natural que nadie nos pueda arrebatar, ya que estarían retirándonos uno de nuestros derechos.
El ser Humano orgullosamente defiende con obstinación, el derecho a tener razón, simplemente porque todos la tenemos .
Es imposible que todos podamos tener la razón al mismo tiempo, por lo tanto la equivicación o la mentira es infinitamente más común que la veracidad o el acierto, y que empeñarse en ser siempre quien ostente el derecho a tener la última palabra no lleva a ninguna parte, finalmente, hemos de ceder desde nuestro orgullo para poder entendernos.
Esto ocurre así a un nivel humano ( entre nosotros ), en el que si bien no comprender esto nos acarrea malestar e inconvenientes para relacionarnos (aunque a menudo nos parezca lo contrario), no resulta del todo influyente más allá de que nos entendamos entre nosotros o no.
Pero...¿qué ocurre en el nivel Espiritual, en el que tiene que ver con nuestra relación con Dios?
¿Podemos mantener, sin más, ese afanado derecho a quedar por encima con la última palabra ante el Dios Todopoderoso?
Siendo como somos las personas ( orgullosas y arrogantes hasta el infinito ).... la pataleta, el malestar o el cabreo suele estar asegurado. Esto es así entre nosotros, y me atrevería a decir que, incluso, en lo vertical ( respecto a Dios ). Es habitual en el ser humano no aceptar con agrado las decisiones de los demás cuando no estamos de acuerdo con ellas y tampoco los planes que nos sobrepasan, aunque vengan de un ser superior y aunque ese ser superior sea Dios mismo.
Respecto a los demás, no nos sorprende que nos opongamos a sus decisiones, insistimos hasta la saciedad, incluso, porque quisiéramos que los demás hicieran lo que nosotros pensamos que es lo correcto o lo mejor.
Cuando otros dicen Basta!, no lo admitimos fácilmente (eso sí, queremos que otros lo acepten cuando lo decimos nosotros) e intentamos forzar su voluntad bajo el convencimiento de que lo mejor que pueden hacer es aceptar nuestras conclusiones. Pero una de las maneras en que expresamos mayor respeto hacia otros, incluso mayor amor, es aceptando sus decisiones, sus afirmaciones y sus negativas, al margen de que nos gusten. Y por tanto, también entre nosotros BASTA YA, debería significar BASTA YA en ese momento.
A Dios, por otra parte, le tratamos a menudo como un igual. Para que esto no ocurra, hay que tener un autentico temor de Dios, conocerle y reconocerle como Señor del Universo y respetarle como lo que es:
Un ser Divino y Todopoderoso.
¿Quién puede enfrentarse a Él, Con el Rey del Universo como si se tratara de un igual?, teniendo dos dedos de frente, absolutamente nadie.
Pues no son pocos quienes se atreven y, además, lo hacen desde la más absoluta ignorancia y atrevimiento....,quienes no creen o, aún creyendo, creen que pueden manipular a Dios como si fuera una marioneta o un semejante a él.
Nosotros los creyentes asumimos que no todo el mundo cree en Dios tal y como Dios demanda y que, por tanto, donde no existe la fe como base, difícilmente puede tenerse ese temor a Dios, temor que la Biblia expresa como el principio de toda sabiduría.
Esto conlleva inevitablemente a que los no creyentes en ocasiones puedan ridiculizarle o a tratarle, sin más, no dando el lugar que a Dios le corresponde como creador de todo y como si fuera una simple hipotesis o una manera de ver la vida de las personas que son creyentes en algún tipo de ser superior.
En otros casos, en los que hay creencias, conciencia de la realidad de Su existencia, osea esas creencias personales o individuales de algunas personas que creen en un Dios a su forma o manera ( Dios de barro para sus caprichos ) pero no una relación estrecha, íntima, ni noción de que a ese Dios haya que respetarle como a Señor y Dios de nuestras vidas y mucho menos prestar obediencia a su ley o su voluntad.... A esa convicción sólo se llega por el nuevo nacimiento (lo que la Biblia llama nacer de nuevo ), cuando depositamos nuestra vida en Dios para colocar al Señor en el sitio que verdaderamente le corresponde, Dios y único salvador de nuestras vidas.
De ahí que, igualmente, saber de la existencia de un Dios como algunas personas creen no implica ubicarle en Su lugar ni mantener con Él la relación de respeto y temor (que no miedo) que se le debe, da lugar al pulso diario, al descaro o atrevimiento y las consecuencias de la mayor de las osadias, ponernos por encima de Dios o de su voluntad casi de manera inconsciente porque aunque supone que él cree, en realidad no ha llegado al conocimiento de la verdad, la verdadera fe, muestra sus frutos al igual que sabemos que un peral da peras y no manzanas, esto es muy sencillo de averiguar .
Quienes no ven que Dios es Dios juzgan sobre Su actuación, divagan constantemente acerca de cómo debería hacer Dios las cosas en Su Propio Universo y dudan de su justa justicia.
Qué fácil es criticar cuando no somos nosotros los que actuamos, aunque en este caso el que actua sea Dios mismo !! ¡Y qué fácil es equivocarse desde la ignorancia que, por cierto, es muy muy muy atrevida!
Quien contiende contra el Omnipotente es, simplemente, porque no ha medido sus fuerzas o porque en su ignorancia es un gran necio, asi lo asevera la Biblia.
Cuando Dios dice Basta, y al margen de cuántas rabietas genere esto, no hay más que decir , ya sea que nos lo transmita a nosotros impidiendo que vayamos adelante con planes, ideas o acciones que no están en Su voluntad, o cuando otros ponen obstáculos en nuestro camino y Dios decide actuar en nuestra defensa y a nuestro favor.
Hay situaciones en nuestra vida ante las que nos sentimos acorralados, perseguidos, maltratados, calumniados, agredidos… Parece en los tales momentos que todo lo que hay alrededor se vuelve contra nosotros, que hemos caído en desgracia, que aun sin haber hecho nada para agraviar a otros, se levantan en nuestra contra o somos unos desgraciados por las cosas que nos ocurren. Y la lucha es titánica, colosal, inmensa, llena de dolor, incluso sufrimiento físico, emocional, o de ambos tipos. Pero para los que somos Sus hijos, esto no queda impune, la hora les llegará.
A su debido tiempo el mal y sus tentaculos serán paralizados por Dios todopoderoso porque, en ese instante en que Él decide actuar, Dios dice BASTA YA. Sin que necesariamente le hayamos pedido que lo haga, aunque muchas veces sí ocurre así. Es porque quiere, porque puede y principalmente porque es necesario para que aquella promesa por la que Él nos recuerda que no seremos probados más allá de lo que podamos soportar, sino que juntamente con la prueba nos dará la salida, sea en Él Sí y Amén de una manera visible en nuestras vidas.
En esos momentos, cuando Dios dice BASTA YA, ni el mismísimo infierno puede prevalecer contra nosotros, Sus hijos .
Su iglesia está fundada sobre la Roca que es Cristo y eso son palabras mayores (Mateo 16:18). Esto se produce de una manera sobrenatural que no entendemos, con un nivel y profundidad en la protección que desborda nuestros sentidos, nuestras expectativas, nuestra propia comprensión y, por supuesto, la comprensión del mundo que nos rodea, que ven en la mano poderosa de Dios incluso juego sucio y malas artes que vienen atribuyendo a los cristianos desde que el mundo es mundo.
Da igual cuántos intentos, argucias, inventos, mentiras, calumnias o manipulaciones puedan ponerse en marcha en nuestra contra. Para que tengan lugar, Dios tiene que permitirlas, luego es a Él a quien están sujetas todas las cosas. Si ocurre así, es sin duda con un propósito divino. Y si no tienen lugar es porque Dios dijo, alto y claro, BASTA.
El BASTA de Dios no está sujeto a nuestra comprensión ni al consentimiento de los que nos ofenden, sino que simplemente se da, porque Él, es Dios . Esto no es una verdad agradable para los que no le temen. Quisieran tener a un dios para las ocasiones, uno al que pudieran manejar, controlar o dejar colocado estático en un altar para los momentos especiales. Muchos de quienes dicen creer en Dios lo hacen de manera partidista, convenida, interesada para sus propios propósitos. Usan Su nombre en vano, también Su palabra y se acercan a ella, no para aprender o buscar a Dios, sino para usarla de manera irrespetuosa con sus propios fines, como algunas instituciones religiosas practican desde hace demasiadas décadas. Dios no deja pasar esto. por alto. Dios no sólo no puede ser burlado, sino que además nos recuerda que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará, por lo tanto todos a su debido tiempo obtendrán su merecido .
No podemos, entonces, tomarle el pelo o engañar a Dios. Tampoco pueden hacerlo los que no le reconocen como Señor y Dios. No ponerle en el lugar que le corresponde no les exime, en ningún sentido, de la responsabilidad y el llamado a detenerse y conocer que Él es Dios y que, cuando Él dice BASTA, no hay nada más que decir ni rechistar; Alguna que otra vez he tenido que escuchar la gran barbaridad de :
El día que baje Dios me va a tener que escuchar .....perdona que te diga pero el día que eso ocurra si no has depositado tu fe verdadera en Él, no encontrarás el agujero para esconderte del temor que recorrerá tu cuerpo....
Esta es una lección por aprender para muchos de nosotros, incluso creyentes, que a menudo podemos querer torcer el brazo de Dios. Desde los no creyentes el objetivo es más bien “tentar su suerte”, actuar como si Dios no existiera, viviendo su propia vida o incluso retando su palabra, aunque no lo hagan conscientemente en algunos casos por su ignorancia, eso no les exculpa de su responsabilidad cuando sean juzgados por sus hechos, ya que Dios sigue siendo el mismo Dios y Basta yá, es Basta yá, lo crean o no lo crean, las consecuencias tendrán que asumirlas sí o sí.
Cuando Dios da el golpe en la mesa y dice Basta Ya en nuestra defensa, estamos bajo la mayor protección posible. Nada, ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.